17 de agosto de 2005

Si se volteó el Titanic...


EDITORIAL / "NO SOY RIO PARA NO DEVOLVERME..."
Desde hace ya varias semanas venía pensando en la necesidad de apoyar patrióticamente al señor Presidente, así como lo hacen tantos colombianos de bien. El hecho de que le salgan mal tantas cosas se debe principalmente a que a pesar de la meritocracia, la gente que lo rodea no le da la talla. Mientras no se someta a clonación, el país seguirá teniendo problemas de corrupción, politiquería y violencia.

Esta semana tuve el inmenso honor de ser contactado por un emisario de Palacio, quien a nombre del gobierno me ofreció la tan ansiada oportunidad. Se trata del nombramiento como Agregado Administrativo Tercero del Consulado de Colombia en Chisinau. Aunque no he podido saber exactamente donde es que queda esa ciudad, para mi tranquilidad un amigo muy viajado me comentó que queda cerquita de Tiraspol.

Tuve que pensarlo mucho durante dos minutos. He tenido una actitud poco amable para con el señor Presidente, criticando en ocasiones sus actos de gobierno o desgobierno, pero considero que no soy río para no devolverme. De otra parte, al resistirme a aceptar el nombramiento podría quedar ante los ojos de mis conciudadanos como un apátrida y un desleal, situación que me genera pavor, sobretodo cuando veo las encuestas de opinión sobre el señor Presidente. Tanta gente que aclama a su mandatario no puede estar equivocada y es indudable que algo debe estar haciendo bien, desde que goza de tanta popularidad.

Por último, tener que actualizar tres aburridos blogs es una tarea árida que mata. Y prefiero vivir. Prefiero vivir en el extranjero, con dinero del erario, manteniendo un silencio prudente sobre los errores que antes veía en el Gobierno del señor Presidente, pero que en estos eternos minutos de reflexión se han clarificado ante mis ojos: son su manera de no ser perfecto, de mantener su carácter humano. Viva el señor Presidente.

Títere sin Cabeza

Adenda: En adelante este blog apoyará el afán reeleccionista del Señor Presidente por considerarlo perfectamente legítimo y parte del libre desarrollo de la personalidad.